14/3/10

El fin del Mundo.

Esta dedicado a todos los que han vivido experiencias tan profundamente traumáticas como la del 11M. 
  En una de sus mágicas novelas, Murakami nos habla de la misteriosa ciudad amurallada del Fin del Mundo, allí, sus habitantes viven sin sombra, y su corazón ha desaparecido.
Pero no son personas crueles, ni despiadadas, no, son educadas, corteses, amables, responsables, solidarias....solo que han sacrificado su corazón.
  El protagonista, recién llegado a esta sorprendente ciudad, y cuya sombra todavía no ha muerto, se da cuenta :"Yo aún tengo corazón y, sin embargo, a veces lo pierdo de vista. No, mejor dicho, posiblemente esté siempre perdido y solo en ocasiones lo recobro. A pesar de eso, tengo la certeza de que volverá, en un momento u otro, y esa certeza es la que, en definitiva, vertebra y sostiene mi existencia." 
  Somos muchas y muchos los que vivimos o hemos vivido así, "descorazonados" temporalmente, o con pedacitos de corazón mordidos, escamoteados, hurtados a nuestra conciencia durante un tiempo para no tener que enfrentarnos al sufrimiento.
  Pero los habitantes del Fin del Mundo son otros, y ellos ademas de dolerme profundamente, me inspiran respeto.
Allí se refugian personas como Sophie, la protagonista de la película La decisión de Sophie. Una madre judía a la que fuerzan a elegir, en un campo de concentración nazi, entre sus dos hijos pequeños, sabiendo que su decisión llevara a la muerte a uno de ellos....y ella elige.
   Después tiene que seguir respirando, comiendo, sobreviviendo, con una culpa que no podrá sostener, con una salida imposible; entonces sacrifica su corazón, porque solo dándole la espalda podrá continuar adelante, inventarse una nueva existencia, fingir que es como todos, aparentar que la vida tiene sentido para ella, aunque al final no lo consiga.
  ¿Cuantos entre nosotros pueden sentirse como Sophie? Quizás su experiencia nos parezca menos desoladora que la de ella, pero ¿quienes somos nosotros para decidirlo? Las heridas del alma son complejas, intrincadas, están enmarañadas con nuestras creencias y valores, y lo que para algunos es superable, a otros puede generarles una culpa o un dolor insostenibles.
   Me siento contenta de ser una mujer creciente, de estar en contacto con mis sentimientos, con mi corazón, de poder amar, pero sobre todo me siento muy afortunada por no haber tenido que vivir una experiencia limite como la de Sophie, o como la de alguno de los habitantes de la ciudad del Fin del Mundo, ¿como habría podido seguir viviendo?
Es una pregunta que hoy por hoy no puedo responder, y que confío que la vida no me ponga nunca en la posición de tener que llegar a responder alguna día.

7/3/10

Luciérnagas.

  La claridad es una cualidad del espacio, pero también lo es de la mente y del corazón.
Es reveladora, brillante, es luz que proporciona orientación, respuestas y también las preguntas adecuadas.
Es un antídoto contra la confusión, el caos y el temor.

   Yo adoro las luciérnagas. Su nombre, luciééérnaga ya es precioso.

Solo con pensar en ellas me siento transportada a mi infancia, a noches de verano en el campo, a lo sorprendentes y maravillosas que me parecieron la primera vez que las descubrí, y aun hoy, tras cada luciérnaga, creo adivinar un hada diminuta que busca orientarse en la noche.
   Son preciosas las luciérnagas, como diminutos leds; cada una por si sola no puede encender la oscuridad, pero si se juntasen muchas, muchísimas luciérnagas, sí iluminarian la noche con su luz y podríamos reconocer el camino.
Cada una, solo ilumina su espacio pequeñito, se siente ella y se muestra a otros....Pero claro, luego están los depredadores.
¿Puede doler la luz? Parece imposible que una luciérnaga haga daño a nadie, o moleste a alguien con su preciosa y mágica luz, pero sí, muchas veces las luciérnagas, por el simple hecho de existir, hacen que otros seres se sientan oscuros y feos, aunque no lo sean, y sientan celos y envidien su luz, y sientan rencor, y el rechazo de su propia oscuridad lo lancen sobre la inocente luciérnaga, rechazo, critica, incomprensión...desamor.
   Muchas veces ser luciérnaga no es fácil.
Puede que tenga un primo, o un vecino, escarabajo pelotero, y al pelotero no le gusta que la luz ilumine las bolas que tan cuidadosamente fabrica y transporta cada día, eso es cosa suya.
O puede que la luciérnaga tenga una hermana serpiente, ella se arrastra muy bien, y tiene una piel preciosa, y ademas es fuerte y poderosa.... pero no puede volar, ni tiene esa mágica luz.
¡Luciérnagas!, cuando se nace luciérnaga, no se puede ser otra cosa, hay que encender la lucecita ¿que seria del mundo sin vuestra luz?
Ademas, yo estoy segura de que cuando alguna tímida luciérnaga no enciende su preciosa y mágica luz, languidece de tristeza y poquito a poco muere.
Por favor luciérnagas, no apaguéis vuestra luz ¿como encontrarían las hadas pequeñitas su camino en la oscuridad de la noche sin vosotras?
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