5/11/12

Vivir con nuestras decisiones.


El otro día estuve viendo  "El ladrón de palabras", y uno de los personajes le dice al protagonista una frase que es clave en la trama de la película: "Tomamos decisiones y tenemos que vivir con eso... y además nadie puede librarnos de ello".

Hay personas que viven en automático, es decir, están llenas de ideas preconcebidas y clichés, que les sirven para ocultarse a sí mismas de su angustia, su inseguridad y su miedo...¿viven también ellas con las consecuencias de sus decisiones?
Yo estoy convencida de la profunda sabiduría del proceso de la vida, y antes o después todos acabamos recogiendo de una forma u otra,  los frutos de nuestras decisiones...¿para que? para que no olvidemos nuestra responsabilidad con nosotros mismos y con  la vida de todos...y sobre todo para que evolucionemos como seres humanos.

Es precisamente vivir con nuestras decisiones, lo que abre puertas cerradas dentro de nosotros... lo que nos ayuda a explorar nuestra oscuridad y nuestros miedos más feroces...es a través de nuestras decisiones como nos damos cuenta de "quien estamos siendo" en cada momento...y aunque nos lamentemos al instante siguiente...la decisión se ha transformado en acto...y ha tenido consecuencias...y allí estaremos nosotros...  impotentes y llenos de culpa.
Es precisamente en ese "ahí estaremos nosotros" donde se abren las grandes oportunidades para nuestra vida.

Muchas veces optamos por la culpa y ese "deseo loco e imposible" de volver atrás, de que "eso"  no hubiese sucedido...de que sólo haya sido un mal sueño sin consecuencias... es algo lógico y humano, pero el proceso no se detiene, algo ha cambiado, y aunque podamos rectificar por fuera, dentro de nosotros no hay rectificación posible...¡y es ahí precisamente donde está nuestra gran oportunidad para crecer! ¿como?... conociéndonos  más profundamente y dándonos  cuenta de las fuerzas "desconocidas y sutiles" que manejan nuestra vida sin que seamos conscientes. Ante nuestras decisiones,  podemos sentirnos aplastados por un sentimiento de indignidad y seguir regodeándonos en la culpa...o abrirnos a la vida con el perdón y la responsabilidad.

Para el perdón un recurso clásico durante siglos ha sido la "confesión de nuestros pecados" y el "arrepentimiento"...alguien externo a nosotros nos liberaba con su "autoridad" de la culpa a través del perdón y de nuestro arrepentimiento...pagábamos con una penitencia o  "comprábamos" una bula...y seguíamos con nuestra vida.
Descargar nuestro dolor, hablar de ello, compartirlo y sentirnos respetados y amados a pesar de "nuestros pecados" es extraordinariamente sanador, y la confesión ha jugado y juega un papel extraordinariamente benéfico en nuestra cultura ... Pero a veces, el confesarle a alguien implicado nuestro "pecado", es una forma de querer librarnos de la incomodidad de sostener nuestra culpa, y de dejarle al otro la pelota del perdón en su tejado...

Lo realmente sanador,  lo que nos hace subir peldaños en nuestra madurez,  es perdonarnos a nosotros mismos... aceptar nuestros límites, nuestros miedos, nuestra imperfección en suma...y amarnos a pesar de todo...¡ese es el auténtico apoyo que necesitamos para ir por la vida más libres y poder amar genuinamente!...sin miedos ni exigencias...y sin dependencia...porque sólo lo que nos damos a nosotros mismos podremos dárselo a los demás...y es de ahí de donde brota la genuina responsabilidad ante la vida.

A mí, en todo esto, hay algo a lo que me ha costado mucho enfrentarme, y es al dolor del otro como consecuencia de una decisión mía...y durante años, herir a alguien que amo con mis decisiones, ha representado un espacio de dolor y crecimiento muy fuerte...explorar que hay detrás de eso me ha ayudado mucho.
Nuestros "errores" a la hora de tomar decisiones, tienen que ver con nuestros sentimientos...y esa es la materia prima de nuestra transformación personal...no es el conocimiento mental, ni las normas, ni las leyes lo que nos impulsa a vivir...eso solo nos ayuda a movernos cuando somos ignorantes "por dentro", entonces necesitamos muchas referencias externas para guiarnos y nos llenamos de "deberías"...
La realidad es que, más allá de las normas, dentro de nosotros sigue bullendo un mundo de emociones pleno de asignaturas pendientes, de experiencias por vivir, de deseos insatisfechos, de sueños y de miedos e inseguridades...y podemos negarlo y aferrarnos a los "debería", y falsearnos permanentemente "pecando" sin poder evitarlo...o aprender a conocernos aceptándonos y gestionando nuestro mundo emocional conscientemente... eso es lo que nos irá  dando ese "saber por dentro" de la madurez.

Los seres humanos nos entrelazamos en "alianzas" llenas de imperfección y a la vez de potencial sabiduría, que son las que nos impulsan,  queramos o no, a crecer: desavenencias de pareja, amistades conflictivas, familias infelices, relaciones laborales insatisfactorias...y así podríamos ir subiendo de nivel hasta llegar a las relaciones a nivel mundial que estamos experimentando.
Nadamos en nuestras limitaciones...y también nuestros compañeros de camino... su experiencia es la mía...y mi experiencia es la suya...Cuando un día algo se rompe, por ejemplo una pareja porque aparece la infidelidad , las dos partes  van a sufrir su reto personal...y eso hablará de donde está cada uno...de su insatisfacción...de su dependencia...de su posesividad...de su necesidad de vivirse más plenamente...de su inmadurez emocional...de su capacidad de amar...de su victimismo...de su falta de recursos...de su valentía...¡Hay tantos retos en la vida!

¿De qué nos está hablando un deseo inmoderado de riqueza?¿O una infidelidad irresistible?¿O robarle el mérito a otro?... y así podríamos hacernos tantas preguntas como decisiones tomamos cada día los seres humanos... ¿Qué se esconde detrás de cada una de nuestras decisiones?  
Es muy valioso para nosotros comprender que cuanto más nos conocemos y aceptamos, más aprendemos a hacernos responsables de nuestras decisiones...y también a hacerle responsable al otro de las suyas...este es el juego de la vida...
El mundo es perfecto en su imperfección, me lo tengo que repetir cada día...¡como lo somos nosotros en nuestra imperfección!...y el camino para darnos cuenta de ello, lo vamos pavimentando cada día con nuestras decisiones.

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