Momentos.
Hola...estoy otra vez con vosotros...no están siendo momentos fáciles para mí y me cuesta escribir. Me refugio en el trabajo y en vivir un proceso interior enormemente rico pero doloroso..
Hola...estoy otra vez con vosotros...no están siendo momentos fáciles para mí y me cuesta escribir. Me refugio en el trabajo y en vivir un proceso interior enormemente rico pero doloroso..
Cuando nos ronda la enfermedad y la muerte, y muchos lo habréis experimentado, se mueven cosas muy profundas dentro de nosotros...dentro de todos los que rodeamos este proceso... y es en esos momentos cuando sale a la luz Quien Estamos Siendo realmente... más allá de las ideas preconcebidas que podamos tener... más allá de lo que nos imaginemos siendo.
No importa que no seamos el enfermo... hay reparto de papeles para todos... ¿quizás un ensayo para cuando nos llegue el momento a nosotros?...
Tendemos a resistirnos, a pelear con lo que es... algunos hasta niegan la realidad tozudamente... y como náufragos, cada uno busca un salvavidas al que agarrarse y seguir viviendo.
Evadirse de la responsabilidad y refugiarse en la monotonía de lo cotidiano es una forma de intentar salvarse... también bloquearse emocionalmente y parecer que se asume el golpe como si nada... y la tensión, la culpabilidad, el victimismo y la acusación, aparecen como enfermedades oportunistas del difícil y debilitante proceso.
Hay que dejar pasar un tiempo para que la turbulencia emocional pase... y aceptar lo que no queremos... y darnos cuenta de cosas que no nos gustan...¡y aceptarlas también!... y distinguir entre lo que es de uno y lo que es de los demás... y comprender que hay cosas que no esta en nuestra mano resolver... y que cada uno tiene la responsabilidad de su vida y le tocará asumir las consecuencias de sus actos...
Todo esto me está obligando a ensancharme... a ejercitar la aceptación y el cariño... a encuadrar mejor ciertos comportamientos... a darme cuenta de cosas de las que no me había dado cuenta hasta ahora... ¡y a volver a ver el efecto tan diferente que produce el amor genuino y nutritivo... en contrapartida de los sucedáneos del amor!...si, de esos amores que vivimos habitualmente... llenos de miedo, inseguridad, manipulación, egoísmo e inmadurez...
¿Como distinguirlos?... es muy fácil, el amor genuino te llena, te hace feliz a pesar de las circunstancias... tiene una cualidad sanadora y de unión extraordinaria... y empodera a aquel al que amas... los otros amores, los sucedáneos del amor... nos duelen, enfadan, culpan... y vacían y separan...
Es precisamente en momentos difíciles como los que me está tocando vivir ahora, cuando me doy cuenta de la sabiduría de la vida... del profundo sentido de lo que sucede, aunque no me guste un pelo... y es precisamente la aceptación, lo que siento que me puede llevar a un amor más pleno... sin las interferencias del ¡yo!... sin la necesidad de tener razón... sin tener que justificar mis actos...
Tengo que comprender, mal que me pese, que aprender a amar y a conocer el AMOR, así con mayúsculas, es una de las tareas más esforzadas con las que nos enfrentamos cada día en este reto poderoso y valiente que es VIVIR.
No importa que no seamos el enfermo... hay reparto de papeles para todos... ¿quizás un ensayo para cuando nos llegue el momento a nosotros?...
Tendemos a resistirnos, a pelear con lo que es... algunos hasta niegan la realidad tozudamente... y como náufragos, cada uno busca un salvavidas al que agarrarse y seguir viviendo.
Evadirse de la responsabilidad y refugiarse en la monotonía de lo cotidiano es una forma de intentar salvarse... también bloquearse emocionalmente y parecer que se asume el golpe como si nada... y la tensión, la culpabilidad, el victimismo y la acusación, aparecen como enfermedades oportunistas del difícil y debilitante proceso.
Hay que dejar pasar un tiempo para que la turbulencia emocional pase... y aceptar lo que no queremos... y darnos cuenta de cosas que no nos gustan...¡y aceptarlas también!... y distinguir entre lo que es de uno y lo que es de los demás... y comprender que hay cosas que no esta en nuestra mano resolver... y que cada uno tiene la responsabilidad de su vida y le tocará asumir las consecuencias de sus actos...
Todo esto me está obligando a ensancharme... a ejercitar la aceptación y el cariño... a encuadrar mejor ciertos comportamientos... a darme cuenta de cosas de las que no me había dado cuenta hasta ahora... ¡y a volver a ver el efecto tan diferente que produce el amor genuino y nutritivo... en contrapartida de los sucedáneos del amor!...si, de esos amores que vivimos habitualmente... llenos de miedo, inseguridad, manipulación, egoísmo e inmadurez...
¿Como distinguirlos?... es muy fácil, el amor genuino te llena, te hace feliz a pesar de las circunstancias... tiene una cualidad sanadora y de unión extraordinaria... y empodera a aquel al que amas... los otros amores, los sucedáneos del amor... nos duelen, enfadan, culpan... y vacían y separan...
Es precisamente en momentos difíciles como los que me está tocando vivir ahora, cuando me doy cuenta de la sabiduría de la vida... del profundo sentido de lo que sucede, aunque no me guste un pelo... y es precisamente la aceptación, lo que siento que me puede llevar a un amor más pleno... sin las interferencias del ¡yo!... sin la necesidad de tener razón... sin tener que justificar mis actos...
Tengo que comprender, mal que me pese, que aprender a amar y a conocer el AMOR, así con mayúsculas, es una de las tareas más esforzadas con las que nos enfrentamos cada día en este reto poderoso y valiente que es VIVIR.
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