el otro día, desde el autobús, vi una chica preciosa, me dí cuenta de que la conocía y sentí una gran ternura, porque si hermosa es por fuera, todos los que la conocemos sabemos que aún es más bonita por dentro. Tiene un niño de dos años, y desde hace varios meses esta sola, su marido la dejo porque "la quería...pero que ya no estaba enamorado de ella"...el se lo pierde.
por lo que parece, en los tiempos que corren, hay muchas personas dispuestas a vivir el maravilloso y extasiante enamoramiento, pero muchas menos dispuestas a crear un vínculo amoroso más duradero, que precisa ser cuidado y mantenido continuamente.
Elsa Punset, en su articulo de Telva, "Te quiero pero..." , escribe que el psiquiatra y escritor Andrew Marsahll nos cuenta, que si hace pocos años, el matrimonio era la base en una sociedad dispuesta a mantener su tejido social a cualquier precio, ahora lo importante es el derecho de la persona a tener una vida afectiva plena. El problema es, qué el termómetro que utilizamos para medir la duración de nuestras parejas, no es el amor y el afecto, es el enamoramiento.
y ¿que es el enamoramiento? Elsa Punset nos dice de el:
"Me dan la razón los estudios más rigurosos, que afirman que el enamoramiento se parece como una gota de agua, químicamente y por sintomatología, a un desorden obsesivo compulsivo."
Si no fuese por el enamoramiento, ese pegamento que nos obliga a vivir experiencias "límite", no evolucionaríamos y creceríamos en ese tú a tú tan intenso; en esos momentos nos hacemos receptivos, vulnerables y dispuestos al cambio...y también a unirnos en pareja para criar a nuestros hijos.
el enamoramiento va solo...gozas, sufres, ríes, lloras...pero el vinculo de amor no, ese hay que cuidarlo día a día, y ponerle muchas ganas.
Hay que aprender a respetar y a valorar al otro más allá de nuestros intereses, y hay que soportar la presión de la rutina cotidiana, del trabajo, de la crianza y educación de los hijos.
Todo esto nos embota y aturde, nos desconecta de la profundidad de nuestros sentimientos, y así es muy fácil descuidarse, entramos en una acidia, en un no sentir que nos desconecta de la persona que amamos.
para que el vínculo amoroso se mantenga vivo, son necesarios la intimidad y el contacto físico, la complicidad, la generosidad, la alegría y el buen humor, la tolerancia, el respeto...la desdramatización de lo cotidiano...y abrazar, tocar, besar, acariciar.
Elsa Punset nos cuenta que:
"Marsahall sugiere un ejercicio que puede dejar atónitas a nuestras parejas, pero que al parecer resulta muy eficaz : hay que mirar a la pareja a los ojos, sin decir nada, durante unos minutos, todos los días. Así conseguiremos empezar a reconectar, que es la esencia imprescindible del vínculo amoroso."
¿Porque no? Este mirar a los ojos del otro es una experiencia muy intensa, por qué a través de ellos nos conectamos con un "algo" de él, profundo, intenso y hermoso que nos emociona profundamente.
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