19/4/10

La alegría.

 "Irrupción súbita de una dimensión atemporal entre las horas conocidas, es vida creativa ilimitada. Y vivir así es una inspiración incesante." (Consuelo Martín) 
El otro día volví a conectarme con la Alegría.
Mi inmersión en el mundo suele ser apasionada, y por mi naturaleza mas bien luchadora, puedo acabar peleando con molinos de viento, o lo que es mas tonto, conmigo misma.
Sé, hace tiempo, que la realidad que vivimos, se relaciona muy estrechamente con nuestro "yo actuante" y nuestro "yo pensante" y nuestro "yo sintiente"...resumiendo, con nuestra mirada al mundo, y por eso mismo, he aprendido que ampliar mis puntos de vista y cambiar de gafas con frecuencia, suprime mucho dolor y frustración en mi día a día.

Yo ya me había conectado con la Alegría hace tiempo, pero por lo que se ve, últimamente los molinos de viento y las gafas no me dejaban ver el bosque.
¿Y a que le llamo yo una experiencia con la Alegría?
Cuando leo sobre la "experiencia interior" (hay muchas formas de llamarla), por un lado me siento identificada con lo que expresan personas que la han vivido, pero por otro, siento que es algo demasiado personal, y que las comparaciones no caben por su propia naturaleza unitaria.
A mí me gusta hablar de ella cuando ya no está, de lo que me hace sentir, y poderlo expresar desde la sencillez o el poder de mis palabras, utilizando mi vocabulario, saboreando su recuerdo, sintiéndola cercana en su lejanía, y en mi "mundo pequeñito" sentir la sombra de su grandeza, porque eso hace que la sienta al alcance de mi mano, cariñosa, compartible, comprensible...y así su calor, su compañía, su poder... su todo, me llenan el alma, aunque no este conmigo.
Yo la llamo la Gran Mirada, porque su mirada es grande frente a la pequeña y cotidiana mirada de todos los días, la que tengo la mayoría del tiempo y que me atrapa en las anécdotas de la vida, y que me lleva al sufrimiento, a los miedos, a la lucha, y también al placer, y a la risa, y a compartir, a necesitar y a evolucionar y crecer, queriéndolo o sin quererlo.
¿Que me pasa cuando experimento la Gran Mirada, esa forma distinta de contemplar el mundo y a mi misma?
En esos momentos sin tiempo, me fluye la creatividad y la plenitud es lo natural, en esa forma de mirar no me cabe el juicio ni la exigencia, ni la critica, pero no porque crea que no es lo adecuado, no, simplemente, allí eso no está, no existe, solo existe ligereza, autoestima, humildad,
Después, cuando vuelvo a la mirada pequeña, y me siento otra vez en ese día a día que me hace su prisionera, a la rutina que me roba la frescura del instante pero que también me da una seguridad que necesito, me digo, otra vez aquí, pero la Gran Mirada ha iluminado mi camino regalandome un pedacito de su alegría, y mi percepción de la realidad se ha hecho más clara, más blanda, más dulce y amorosa, y ya no me lo creo tanto, y puedo dejar pasar los molinos de viento, y me quiero más y más bonito...y sigo creciendo y aprendiendo...
Ella es esquiva y no permanece mucho tiempo conmigo, yo quiero que ella con su mirada, sea para mí una amiga, una compañera que dé sosiego a mi corazón atrapado en la mirada pequeñita, y porque lo quiero, pienso en ella, y la llamo, y sé que tengo que buscar tiempo, y espacio, y silencio y recogimiento para ella, porque sé que eso le gusta, y la espero impaciente paladeando su recuerdo, su alegría, su cercanía, su amor.
Y también porque la quiero, su recuerdo me impulsa a luchar menos, a ser mas consciente, mas dulce, mas amorosa...y si me separo distanciandome de ella, su ausencia me duele, y poquito a poco, sin querer, me siento abandonada y triste.
¡
Ay!, yo que solo conocía los amantes del cuerpo, y ahora descubro que tengo una amante del alma... y sus efectos perduran en mí porque es luz que ilumina y guía, y también es cálido abrazo que alimenta y conforta, y es inspiración... y apoyo cuando elijo el camino de mi realización, dando poder y sentido a lo que hago, y cuando me ha visitado, ¡parece tan natural su visita!...
La Gran mirada es cálido amor, es "ser" sin tiempo ni espacio... percibir el sentido del todo que es la vida, así, sin pensar, sabiendo sin necesidad de saber, solo siendo...¡y la Alegría!, la Alegría es la compañera inseparable de la Gran Mirada, y es como un torrente que arrastra todo lo que no es de allí, y me penetra y me desborda y me llena de gozo y bienestar.

8/4/10

Hubo un tiempo...


Hubo un tiempo en que mi cabeza estaba llena de remolinos, y aunque les ponía gomina, saltaban como afiladas agujas...
Ahora siento mis remolinos como un yo que da forma a mi cabeza, y suspiran, y se despeinan...
Hubo un tiempo en que en mis muñecas llevaba finas correas de cuero, y mis pendientes eran grandes y hermosos como la luna, y con las correas y los pendientes fabricaba látigos para defenderme...
Ahora hay broches de brillantes colores adornando las solapas de mi corazón, y la plata de la luna forma anillos en mis dedos, que tocan, que sienten...
Hubo un tiempo en que lucía como una modelo neoyorquina, y pesaba 45 kilos, y las agujas de mis remolinos se me clavaban en el corazón, y gritaba por dentro, y sonreía por fuera...
Ahora mis curvas son más dulces y suaves, y mi corazón huele a azahar, y a pastel de manzana y canela...
Hubo un tiempo en que compraba revistas italianas, y me inventaba blusas de lencería, y me ponía chaquetas de hombre, y preciosas faldas, y todos los días me miraba al espejo para verme, y no me veía...
Ahora me invento sonrisas cálidas, y jardines en mi terraza, y tengo la casa llena de espejos, y me miro, y me veo, y me contoneo, y me gusto...  
Hubo un tiempo en que me buscaba en los ojos de mis hombres, y en los de mis amigos, y en mis dibujos, y en mis casas, y me ahogaba, y coleccionaba lagrimas...
Ahora me busco cerrando los ojos, y abriendo el corazón, y sintiendo las casas, y construyendo sueños... 

Hubo un tiempo en que hablar era un placer que me dolía, escuchar era un dolor que necesitaba y compartir era una necesidad que no me permitía...
Ahora hablar es un permiso que me da poder, escuchar es un poder que despliego, y compartir es desplegar mi alegría...


5/4/10

La caja negra.

Esto se lo dedico a los valientes que saben que más vale una roja que ciento amarillo, y a buen entendedor...

  Desde que somos conscientes de nuestro cuerpo, los humanos perseguimos nuestro bienestar, primero físico, luego emocional, y más adelante, si no carecemos de lo más elemental para nuestra supervivencia, lo que pretendemos es "ser felices".

  A partir de cierto momento en mi vida, tendría unos 14 o 15 años, aunque era consciente de que había circunstancias externas que condicionaban indudablemente mi estado de ánimo y que me desencadenaban ansiedad, o inseguridad y temor, o infelicidad al fin, como consecuencia de tempranas lecturas de Freud, Erich Fromm, Victor Franckl y otros maestros, comencé a pensar en la existencia en nosotros, de una misteriosa, intangible y sugerente "cajita negra" similar a la de los aviones, que me podría dar la clave del porqué de mis pequeñas catástrofes cotidianas.
Ese fue sin duda, el instante en que vió la luz la voluntad de tomar las riendas de mi vida.
   Esto no me vino a resolver la incertidumbre, ni los miedos, ni la infelicidad e incapacidades, pero lo que sí consiguió, fue proporcionarme una puerta y un camino.
Durante bastante tiempo continué considerándome una víctima de las circunstancias, pero paralelamente, se fue gestando en mí la liberadora idea de transformar mi vida desde la cajita negra, aunque también es cierto que eso alimentaba un deseo de omnipotencia y la fantasía de poder alcanzar un control absoluto sobre mi destino.
   Fueron pasando los años, inmisericordes, uno tras otro, y lo que fui descubriendo, es que lo que yo imaginaba como una caja negra más o menos controlable, más o menos manipulable, era en realidad algo inmenso e inconmensurable, y que a semejanza de un gigantesco iceberg, se sumergía en las oscuras aguas de mi conciencia y emociones, permitiendo que sólo un pedacito pequeñísimo de lo que soy, se asome en la superficie de un caldo emocional inabarcable, que a semejanza de gran madre océano, nos acoge a todos.
   Las respuestas a mis preguntas, dudas y miedos, siempre las acabo encontrando en esa inmensidad sumergida, no visible y prácticamente inexplorada, porque sé que es ahí donde están las claves de esa porción frágil y vulnerable que va por el mundo sintiendo, relacionándose e interactuando con la vida.
Es justamente el feedback entre lo sumergido y lo exterior lo que ha ido definiendo y transformando mi vida, lo que ha ido dando forma al pedacito que muestro al mundo, al pedacito que me empeño en definir como "yo".
   Siempre que he ansiado algo: alegría, prosperidad, amor, autoestima, triunfo, serenidad...ya sabéis, esas pequeñeces que nos empeñamos en exigirle a la vida, me he acabado tropezando con el agua, con esa superficie húmeda, fría, oscura, temible y aparentemente insondable....
   Para poder bucear y explorar ese mundo oculto y misterioso, he tenido que desarrollar una parte aventurera, pero la de estarse quieta, sentir y aguantar, que es una forma de aventurarse difícil e inquietante. Afortunadamente, he podido contar con valiosos compañeros de viaje, muchas veces fortuitos, que me han apoyado y sostenido en los momentos más oscuros.
Tengo que decir además, que una vez traspasado el miedo y el sentimiento de horror que me producía descubrir lo despreciable, indigna de ser amada, miserable y malvada que podía llegar a ser o era, lo que realmente descubría era un sorprendente, luminoso, emocionante y fructífero tesoro que las profundas aguas me regalaban.
Y así, poquito a poco, he ido sumando tesoros y luz a mi vida.

Yo me sigo percibiendo imperfecta, inadecuada y supuestamente mejorable, pero aparte de perderle el miedo a lo de bucear en mis aguas profundas, también me he dado cuenta y he aceptado que soy buena, amada, valiente, hermosa, generosa, honesta....y una aventurera de tomo y lomo.
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